DIDASKALOS

DIDASKALOS

domingo, 24 de noviembre de 2013

La desgracia de ser griego


Nikos Dimou (Atenas 1935) es un polifacético escritor, periodista y publicista griego, autor de novelas, ensayos y libros de poesía, columnista habitual de diversos medios, y pionero en la televisión griega de los programas de debate y entrevistas. Una de sus obras más conocidas es La desgracia de ser griego (Η δυστυχία του να είσαι Έλληνας), libro compuesto en los últimos años de la dictadura de los coroneles y publicado en 1975. Pasados casi cuarenta años desde su primera edición, la obra de Dimou ha sido reeditada en 2012 y traducida a varias lenguas, coincidiendo con el momento más duro de la crisis griega. En España lo ha publicado la editorial Anagrama con traducción de Vicente Fernández González.

Portada de la primera edición griega.

La desgracia de ser griego es una colección de 193 aforismos, una serie de breves reflexiones encadenadas, con las que Dimou va desgranando su particular visión de las virtudes y, sobre todo, los defectos de los griegos. Personalmente siempre he desconfiado de los intentos de generalización a la hora de definir a un pueblo. Creo que es una simplificación afirmar que los gallegos, catalanes, madrileños, franceses, alemanes o griegos son de una determinada manera por el mero hecho de haber nacido dentro de unos límites geográficos. No obstante, el libro de Dimou contiene certeras afirmaciones, aunque a veces caiga en la exageración, uno de los defectos que el autor atribuye a sus compatriotas.

Nikos Dimou

Empieza Dimou definiendo la desgracia como la distancia entre deseo y realidad y continúa afirmando que el pueblo griego es especialmente desgraciado.
La tesis de este libro es que los griegos de hoy, por su historia, herencia y carácter, presentan mayor brecha entre deseo y realidad que el común de los mortales.
Sigue con el análisis de las causas de la desgracia del pueblo griego. La primera de ellas es su tendencia a la exageración.
La exageración no es sólo un defecto nacional. Es una manera de vivir de los griegos. Es la resultante de su carácter nacional. Es la causa fundamental de su desgracia, pero también su mayor gloria. Pues, en la autoconciencia, la exageración se llama pundonor. En el comportamiento, la exageración se llama gallardía.
La relación de los griegos con su pasado y con el resto de Europa constituye lo que Dimou llama C.N.I. (Complejo Nacional de Inferioridad).
En las raíces de la desgracia griega, se encuentran los dos Complejos Nacionales de Inferioridad. Uno en el tiempo, con respecto a los ancestros. El otro en el espacio, con respecto a los "europeos". Complejos probablemente injustificados, pero no por ello menos reales.
Según el autor la herencia de los antiguos griegos pesa como una losa sobre los griegos modernos.
Cualquier pueblo que descendiera de los antiguos griegos sería automáticamente desgraciado. A menos que pudiera olvidarlos, o superarlos.
Por otro lado, Europa es vista como una realidad ajena, en la que los griegos desean íntimamente verse incluidos.
Cuando los griegos hablan de "Europa", excluyen automáticamente a Grecia. Cuando los extranjeros hablan de Europa, no concebimos que puedan no incluir a Grecia.
Otro de los defectos del pueblo griego es que no ha sabido asimilar su singularidad y siempre ha querido desesperadamente pertenecer a algo, en lugar de ser él mismo.
Finalmente, ¿quiénes somos? ¿Los europeos de Oriente o los orientales de Europa? ¿Los desarrollados del Sur, o los subdesarrollados del Norte? ¿Los desdendientes (directos) de los aqueos, o la confusión de Babel?
El libro continúa con un muestrario de la realidad griega del momento -recordemos que fue escrito en los años 70-, en el que el autor no escatima sus dardos contra diversas instituciones sociales, como la educación,
La educación griega: mecanismo de transmisión masiva y forzada de conocimientos, manejado por profesores ignorantes, incultos y mal pagados.
la iglesia ortodoxa,
El último siglo la Iglesia griega ha servido -con fidelidad y devoción- a muchos señores. Excepto al Único.
la familia, 
La explotación de la mujer por el hombre tiene como consecuencia natural el engaño del hombre por parte de la mujer.
o los intelectuales.
Intelectual es la persona que intenta (por lo general en vano) llevar sus ideas a la práctica. Intelectual en Grecia es la persona que intenta encontrar ideas para para justificar sus prácticas.
También critica Dimou en sus aforismos el modelo de desarrollo y el deterioro del medio ambiente.
Mientras que la mitad de los griegos intentan transformar Grecia en un país extranjero, la otra mitad emigra.
En nuestro fuero interno estamos convencidos de que no somos dignos de vivir en una tierra tan hermosa. E intentamos reducirla a "nuestra medida". A nuestro nivel. Y acabamos cubriéndola de cemento y basura.
Termina el libro con un epílogo que destila pesimismo sobre la condición del pueblo griego. Pesimismo que no surge del rechazo, sino de la necesidad de comprender y de un profundo amor por Grecia.
Pongo a Dios por testigo: nada he amado más que a esta tierra.
Después de leer el libro puede que algunas afirmaciones de Dimou nos parezcan exageradas o discutibles, pero lo que no se le puede negar es su fuerza y originalidad a la hora de plantearlas. Hay que tener en cuenta que el autor no ha pretendido hacer un tratado o un estudio sociológico, sino reunir una serie de reflexiones surgidas al hilo de los acontecimientos de los últimos años de la dictadura. Cualquier parecido con la realidad actual de Grecia ¿es pura coincidencia?

"Es una gran suerte nacer griego y una gran suerte morir griego. Lo de en medio, sin embargo es una gran desgracia" Viñeta de Arcás.

viernes, 8 de noviembre de 2013

"Atenas" de Juan Vicente Piqueras


El poeta valenciano Juan Vicente Piqueras obtuvo con este libro el prestigioso Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe en su pasada edición. Como es habitual, las obras premiadas son publicadas por la editorial Visor en su colección de Poesía. Juan Vicente Piqueras trabaja como profesor para el Instituto Cervantes. Ha vivido en Francia, Italia y Grecia y actualmente reside en Argel.

Los poemas que componen este libro surgen de las vivencias del autor durante los años que pasó en Atenas. En los tres primeros poemas, Víspera, Travesía nocturna y Muda danza, el poeta nos habla de su partida desde Italia, el viaje en barco hasta Grecia y su instalación en un piso del barrio ateniense de Exarjia. Al final encontramos otros tres poemas, Metáforas, Adios Atenas y Gracias, que cierran el círculo con los preparativos de una nueva partida:

Habrá que irse de Atenas lo mismo que llegamos
de repente y sabiéndolo
metiendo todo en cajas destempladas
hacer otras metáforas    la música a otra parte
y cambiar de país    de paisaje    de piel 

Junto a estos poemas, que confieren a la obra su marco espacial y temporal, podemos distinguir en el libro varios temas o hilos argumentales. El primero de ellos es el poder evocador del paisaje griego, de los restos del pasado y de las obras conservadas en los museos. Una idea recurrente aparece formulada en el poema Delfos:

Los lugares son dioses anteriores
a los dioses

En poemas como Areópago, Perdices, El burro de Kea, Un instante o Prueba el autor nos transmite la magia del instante, el detalle marginal del paisaje y la fuerza que emana de los lugares del mito. Por momentos nos recuerda a Enrique Badosa, otro poeta que a finales de los 70 compuso Mapa de Grecia, una inolvidable guía poética del país heleno.


Otro de los temas que convergen en el libro de Juan Vicente Piqueras es la revisión de los mitos clásicos. Así, en Testimonio del gaviero, uno de los compañeros de Odiseo critica la presunción de su rey en el episodio de las Sirenas y le recrimina su tardanza en regresar a Ítaca. En Asterión agoniza, uno de los poemas más hermosos del libro, el Minotauro confiesa su amor por Ariadna antes de pronunciar sus últimas palabras:

Quién sabe qué me espera al despertar
de este sueño feliz que ahora me rinde.

También la realidad de la crisis griega, que el autor ve desplegarse en toda su crudeza durante sus años de estancia en Atenas, tiene cabida en el libro. La imagen de la ceniza (lo que queda de lo que ya no queda, / de lo ido y lo ardido) se repite como leitmotiv en poemas como Limosna y, por supuesto, Cenizas, dedicado a Luis Eduardo Aute y a su canción Atenas en llamas.


En algunos poemas se observa cierto tono sentencioso, con versos lapidarios que se acercan al aforismo. El autor parece evocar el estilo de las máximas de Heráclito, que le sirve de inspiración para Lágrimas distintas y al que menciona expresamente en Calles de Atenas:

Y aunque sé que nadie puede
cruzar dos veces la misma calle,
yo cruzaba dos veces cada día
la calle Heráclito.

Otra característica del estilo de Juan Vicente Piqueras es el gusto por los juegos de palabras, en el que se muestra deudor de su maestro Carlos Edmundo de Ory. Así, la mudanza del autor a su piso de Exarjia es presentada como muda danza. El propio poeta, sentado bajo una higuera frente al mar, se convierte en higo pródigo. El adverbio ayer se conjuga como infinitivo del verbo ay. El poema Gracias de Grecia es el máximo exponente de estos juegos verbales, donde se mezclan los cretinos de Creta con los borrachos de Beocia y las arcas y los días de la Arcadia.

Juan Vicente Piqueras consigue con Atenas un libro redondo, en el que se entrelazan armoniosamente diversos tonos y motivos. Su poesía resulta accesible y llena de hondura y lirismo, sin necesidad de ser oscura. Es una escritura atenta a los detalles, en la que el aliento poético se eleva desde lo cotidiano. Con su lectura disfrutarán sin duda los degustadores de buena poesía y, especialmente, los amantes de Grecia. Para terminar ofrecemos como muestra el poema Un Instante:

Al lado de una ermita y un hotel, frente al mar,
frente al azul del mar que el viento limpia,
el meltemi que agita las hojas de la higuera,
la bandera, los pinos y las páginas
de este cuaderno, escribo este momento.

Y soy, lo sé, esta higuera, estoy en ella,
soy su fruto caído, un higo pródigo, 
soy su tronco que es ahora mi trono,
un molino de viento ya sin aspas ni techo,
un hotel, una ermita, una bandera
sin país, blanca, soy lo que no soy,
el viento que amenaza con llevarse
estas palabras de una sola ráfaga.

Soy sólo aquí y ahora
y lo que no me atrevo aquí y ahora
a decir. 

Juan Vicente Piqueras