DIDASKALOS

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martes, 22 de diciembre de 2015

Un español en Grecia durante la Primera Guerra Mundial

Acabo de leer De París a Monastir, la crónica del viaje que emprendió en octubre de 1915, en plena guerra mundial, un joven reportero catalán, Agustí Calvet, más conocido por su seudónimo Gaziel. Calvet había nacido en 1887 y cuando estalló la Gran Guerra se encontraba en París ampliando sus estudios de filosofía. Las notas en las que recogía sus impresiones sobre cómo la guerra iba transformando la ciudad del Sena acabarían convirtiéndose en una serie de artículos que aparecieron en La Vanguardia y que serían más tarde recopilados con el título Diario de un estudiante en París. El tono y el estilo de las crónicas de Gaziel conectaron enseguida con los lectores y se publicaron en el rotativo barcelonés nuevas entregas de sus artículos. A mediados de 1915 la atención informativa se desplazó al frente balcánico, tras la invasión de Serbia por parte de los Imperios Centrales y el envío de ayuda militar por parte de Inglaterra y Francia a través de Grecia. Hacia allí dirigió sus pasos Gaziel para escribir una nueva serie de reportajes que conforman el libro que hoy comentamos. 

Agustí Calvet, Gaziel (1887-1964)

El desembarco de la fuerza expedicionaria francobritánica en Salónica había sido alentado por el primer ministro griego Elefcerios Veniselos, pero acabaría por desencadenar una grave crisis política, ya que el rey Constantino I, de tendencia germanófila, se opuso a esta decisión y destituyó a Veniselos. En este contexto Gaziel sale de París y se traslada a Barcelona, donde toma un barco que le lleva a Italia. En Nápoles se embarca en el Adriatikós, uno de los pocos buques que se atreven a hacer la travesía hasta Grecia, a pesar de la amenaza de los submarinos alemanes.

Veniselos despachando con el rey Constantino I

Como tantos viajeros occidentales Gaziel se dirige a Grecia deslumbrado por el esplendor de su antigua cultura y, al mismo tiempo, esperando hallar cierto exotismo oriental. El choque entre estas ideas preconcebidas y la realidad con la que se encuentra harán que su visión del país heleno, sus ciudades y sus gentes no resulte siempre positiva. Tras desembarcar en Patras y trabar amistad con un pintor y arqueólogo danés, buen conocedor de Grecia, que le acompañará el resto del viaje, Gaziel toma un tren hacia Atenas. Estas son sus primeras impresiones de la capital griega:
La llegada a Atenas produce un desengaño en cierto modo abrumador. El contraste que se experimenta, al viajar por Grecia, entre el cúmulo de recuerdos, imaginaciones y reminiscencias clásicas que acompañan por dentro al turista, y la cruda realidad que le rodea por fuera alcanza en Atenas su grado máximo. Al descender del tren el viajero se queda aturdido y como si acabara de ser víctima de un error de itinerario y, en lugar de hallarse en Grecia, se encontrara en el más moderno e infantil de los estados recientes. (...)
Una temperatura sofocante, insoportable, en pleno mes de noviembre. Avenidas y calles rectilíneas, anchas, inundadas de sol. Torbellinos de polvo en las encrucijadas abiertas a todos los vientos. Sequedad, apatía, modorra. Y un montón interminable de edificios blancos, nuevos, monótonos, todos iguales y sin carácter alguno, que parecen construidos a destajo y por docenas: he ahí lo que encuentra el viajero al llegar a Atenas con la imaginación repleta de partenones, ágoras, propileos, gimnasios, teatros, ninfas y victorias aladas.
Panorámica de Atenas a principios del siglo XX

A pesar del desencanto del autor hay un elemento que cautiva a cualquier viajero que llega a Grecia, por muchos prejuicios que lleve en la maleta. Se trata de la belleza y luminosidad de su cielo, elogiada por Gaziel en repetidas ocasiones.
Solo una cosa, como ya he dicho, ha permanecido inalterable en Atenas: la transparencia portentosa del aire y la divina refulgencia del espacio. Al subir a la Acrópolis, es infinitamente mejor que contemplar los restos mutilados del Partenón, esparcir los ojos por el vasto panorama, hacia las cumbres rosadas del Himeto o a lo largo del camino de Eleusis, por donde llegaban antaño las claras procesiones de las Panateneas.
Durante el tiempo que pasa en Atenas Gaziel toma el pulso a las calles de la capital y a su convulsa situación política, llegando a entrevistarse con el depuesto Veniselos y con algún que otro cargo del nuevo gobierno. Pasados unos días se embarca en un vapor que le lleva a Salónica, ciudad que se había incorporado tan sólo dos años antes al estado griego y que conserva todavía buena parte de esa fisonomía oriental que cautiva al viajero que llega desde el otro extremo del Mediterráneo.
A la caída de la tarde llegamos frente a Salónica. La aparición de la ciudad es sorprendente. El haz apiñado de su caserío está extendido en cuesta suave, sobre la falda de los montes que bordean el mar. A lo largo del muelle, los barrios modernos ostentan sus edificios antipáticos, de "estilo europeo", grandes, incoloros, donde están instalados los hoteles cosmopolitas y los cafés pretenciosos. (...) Pero alzamos los ojos por encima de la apariencia cercana del puerto, y Salónica se nos muestra en seguida con su penetrante melancolía oriental.
A medida que van subiendo por la cuesta del monte las casas se vuelven más pequeñas y humildes, más viejas, y van cerrando puertas y ventanas hasta quedar reducidas a cuatro muros espesos, con una sola puerta en la calle y un tragaluz bajo el alero, aisladas unas de otras y sumergidas en la paz de un grave y triste recogimiento. Desde el puerto se divisa a maravilla el ondular de los tejados amarillentos y las blancas azoteas. Por encima del caserío, salpicando aquí y allá su superficie, descuellan o asoman las moles de treinta mezquitas, con sus cúpulas abombadas y sus minaretes. A la luz del crepúsculo, su tono mate pálido contrasta con las masas aterciopeladas y hondas de cipreses, que se alzan en la lejanía, hacia los inmensos cementerios israelitas y turcos que bordean la villa, como lagos de silencio.
Vista de Salónica desde el mar

Al ambiente ya de por sí cosmopolita de la ciudad se suman los oficiales ingleses y franceses de las tropas acampadas en los alrededores. Gaziel visita los campamentos aliados y contempla nuevos desembarcos de tropas. Dedica también unas páginas a los judíos sefarditas de Salónica, en las que el autor deja traslucir ciertos prejuicios antisemitas.

Soldados extranjeros en las calles de Salónica

En la última parte del libro Gaziel emprende un arriesgado viaje en coche a través de las montañas de Macedonia, con la intención de llegar hasta Monastir -la actual Bitola en la Macedonia exyugoslava-, último reducto de la resistencia serbia ante el avance de los búlgaros, aliados de los Imperios Centrales. En este trayecto se topará con toda la crudeza del drama de los refugiados macedonios y serbios que cruzan la frontera hacia Grecia huyendo de los horrores de la guerra.
Los nuevos fugitivos serbios brotaban a oleadas. Los que venían delante eran en su mayoría hombres de aspecto montaraz, demacrados, barbudos, descalzos, armados algunos con largas picas de boyero (...). Después vimos acercarse una caterva de ancianos y mujeres, cargados de chiquillos que se les agarraban a los brazos y al cuello o se mantenían encaramados a racimos sobre sus espaldas: todos sucios, famélicos, abrumados de sueño o tiritando de frío. 
Es inevitable no encontrar paralelismos con la crisis actual de los refugiados que intentan desesperadamente llegar a Grecia procedentes de Oriente Medio, escapando de la barbarie y de la guerra que se han adueñado de sus países.

Llegada de refugiados a las costas griegas

A pesar de que se le puedan achacar ciertos defectos, Gaziel consigue hilvanar en De París a Monastir un atractivo relato, a caballo entre la crónica de viajes y el reportaje periodístico. Es cierto que se deja llevar con demasiada frecuencia por los tópicos al hablar de italianos, franceses, ingleses o judíos, y que comete algún error sorprendente, como cuando sitúa la batalla de Maratón al sur del Peloponeso. Pero la prosa de Gaziel nos atrapa con sus brillantes descripciones de paisajes y su colorida caracterización del ambiente de las ciudades, que sabe salpicar con jugosas anécdotas. Ya en la parte final del libro nos transmite su sincera conmoción ante la desgracia de la que es testigo. De París a Monastir, publicado por Libros del Asteroide con prólogo de Jordi Amat, nos ofrece en suma un interesantísimo testimonio de la Grecia de principios del siglo XX a los ojos de un joven periodista catalán.

lunes, 16 de noviembre de 2015

El dios Baco de crucero por el Egeo

Hace ya unos meses que hablamos en ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ del primer volumen de la serie Baco, que publica en español la editorial Astiberri y cuyo autor es el dibujante y guionista Eddie Campbell. Hoy comentamos el segundo volumen, que recoge los episodios aparecidos originalmente entre 1986 y 1999, reunidos en su día en dos tomos con los títulos Doing the Islands with Bacchus y The Eyeball Kid. One man show.


El punto de partida de la obra es que algunos dioses y personajes mitológicos de la antigüedad siguen vivos en pleno siglo XX, aunque permanecen en un discreto anonimato, conservando parte de sus poderes y arrastrando sus rivalidades y cuentas pendientes hasta el presente. Si en la primera parte el dios Baco, que da título a la serie, cedía parte de su protagonismo a otros personajes para construir una trama cercana al género negro, en este segundo volumen su figura juega un papel central. Emprende un crucero en yate por las islas griegas junto a su inseparable Simpson, un antiguo profesor de literatura en Oxford, y el dios Hermes, presentado aquí como un superhéroe cuya misión es recuperar las almas escapadas del Hades.


A lo largo del viaje Baco va evocando, entre botella y botella de vino, diversos personajes y episodios de su dilatado pasado, aportando su peculiar visión de algunas de las historias más conocidas de la mitología clásica. Leyendas como la Cosmogonía o la Atlántida, dioses, héroes y demás criaturas, como Hefesto, Sísifo o el Minotauro desfilan por las páginas del cómic.


Pero los recuerdos del dios del vino no se limitan a la antigüedad clásica. Su memoria se recrea también en épocas posteriores, como cuando a finales del siglo XVII asistió al monje Dom Pérignon en el proceso de elaboración de las primeras botellas de champán, descubrimiento que le costaría literalmente un ojo de la cara. La nostalgia, la ironía y el sentido del humor se mezclan en todas estas anécdotas relatadas por Baco con deleite al calor del vino en la cubierta de un barco, en la terraza de una taberna o en un islote deshabitado perdido en medio del Egeo.


Al final del libro vuelve a desaparecer la figura de Baco y se retoma la trama que quedó aparcada en el primer volumen, la delirante historia del Niño Ojos, descendiente del legendario Argos, y sus ambiciosos rivales, los hermanos Telquines.



La editorial Astiberri ha publicado ya un tercer volumen con la continuación de la serie. Veremos cuál es el curso que sigue esta historia, a la que no se puede discutir la originalidad de su planteamiento y un profundo conocimiento del mundo clásico.



miércoles, 28 de octubre de 2015

Mantenerse en pie

Hace poco me encontré en youtube con este vídeo ambientado en un cafenío de Creta. Varios parroquianos juegan al tavli o leen la prensa, mientras se escucha en el televisor al candidato de un nuevo partido lanzar sus soflamas electorales. En un rincón se sienta un hombre vestido de negro con expresión seria y mirada concentrada. De repente se abre la puerta del local y entra el candidato con su comitiva electoral repartiendo propaganda. El hombre de negro se niega a darle la mano, se pone en pie, aprieta los puños con rabia, cierra los ojos y... empieza a bailar. 
El personaje me recordó de inmediato al capitán Mijalis, el protagonista de la novela de Casandsakis que comentamos en la entrada anterior. Ambos van vestidos de negro y encubren con su silencio una rabia concentrada. Su indignación no se expresa con palabras y parecen recibir de la tierra una fuerza fuera de lo común.
Los autores e interpretes de la canción son Leonidas Balafas y Yorgos Nikiforu Servakis.


Να σταθώ στα πόδια μου

Μοιάζω με βομβαρδισμένο τοπίο
με ένα στιχάκι που είναι μουτζουρωμένο
στης ζωής το τελευταίο θρανίο
και με πουλί ξενιτεμένο...

Έχω πείσμα και γερό το στομάχι
σαν το Παύλο με την κάλπικη λύρα
την αγάπη που έχω δώσει δε πήρα
έτσι το θέλησε η μοίρα....

Άντε να σταθώ στα πόδια μου
μετά από τόσα χτυπήματα
έχω ξεχάσει τα βήματα
μα δε με παίρνει να πώ δε μπορώ
πρέπει να μπώ στο χορό...

Μες τον κόσμο μεγαλώνω τον άπονο
ποιός στ΄αλήθεια πέρνει αυτό που του αξίζει
δε το θέλω μα μου βγαίνει παράπονο
γιατι η ρόδα δε γυρίζει...


Mantenerme en pie

Parezco un paisaje bombardeado,
un verso emborronado
en el último pupitre de la vida
y un pájaro emigrado...

Soy terco y duro de estómago, 
como Pablo con la falsa moneda, 
el amor que he dado no lo recibí, 
así lo quiso el destino...

¡Venga! Voy a mantenerme en pie,
después de tantos golpes
he olvidado los pasos,
pero no puedo decir que no soy capaz,
debo entrar en el baile...

Envejezco en un mundo cruel.
¿Quién de verdad alcanza aquello que merece?
Sin quererlo me sale una queja
porque la rueda no gira...

lunes, 5 de octubre de 2015

El Capitán Mijalis. Libertad o muerte

La editorial Cátedra ha publicado en los últimos años, en su prestigiosa colección de bolsillo Letras Universales, varios títulos del escritor griego Nicos Casandsakis (Nίκος Καζαντζάκης, transcrito habitualmente Kazantzakis o Kasantzakis). Todos ellos han sido traducidos y editados con mimo por Carmen Vilela Gallego, de cuyo trabajo como traductora de otro autor griego, Emmanuil Roídis, ya hemos hablado en ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ (Relatos de Siros y Paseos por Atenas).


El primero de los libros de Casandsakis aparecidos en Cátedra fue la novela que comentamos hoy, El Capitán Mijalis. Libertad o Muerte (Ο Καπετάν Μιχάλης. Ελευτερία ή Θάνατος). Le siguió Informe al Greco, las memorias del autor dirigidas al célebre pintor cretense. Este mismo año ha llegado a las librerías La Última Tentación, otra de las novelas de Casandsakis.
Sin duda Nicos Casandsakis, el creador del personaje de Alexis Zorba (o Zorbás), es el novelista griego más conocido dentro y fuera de Grecia. Sus obras han sido traducidas a diversas lenguas y han inspirado versiones cinematográficas que las han hecho todavía más populares. Nació en 1883 en Creta, cuando la isla todavía pertenecía al imperio turco. Posteriormente abandonaría su tierra para seguir estudios en Atenas y su peripecia vital lo llevaría por buena parte de Europa. Son precisamente sus primeros años de infancia en Iraklio -llamada entonces Megalo Castro, y antes Candía por los venecianos- los que evoca y novela en El Capitán Mijalis.

Nicos Casandsakis

La novela toma su nombre del propio padre de Casandsakis, un hombre adusto y severo con el que mantuvo una distante relación, y que le sirve de inspiración para la figura del protagonista. El capitán Mijalis no es un personaje que despierte las simpatías del lector y con el que resulte fácil identificarse. Es huraño, brutal, de pocas palabras, despótico con las mujeres de su casa. Llega incluso a prohibir a su hija de doce años que aparezca ante él cuando se da cuenta de que le empiezan a apuntar los pechos. Sin embargo, bajo esa coraza de fiereza se esconde un hombre atormentado, incapaz de canalizar sus pasiones de forma racional, obsesionado hasta casi la locura por la atracción que siente hacia la circasiana Eminé, la esposa de un notable turco.

Pero El Capitán Mijalis no es la historia de un sólo personaje. Es más bien una novela coral, cuyo verdadero protagonista es el pueblo de Megalo Castro, los habitantes de Creta que pululan por sus páginas, todos con su historia personal, desde el bajá y el obispo, máximos representantes de la comunidad turca y griega respectivamente, hasta Barbayanis, el vendedor de sorbetes, o Efendina, el asceta musulmán asediado por las tentaciones, pasando por Títiros, el maestro pusilánime, el señor Paraskevás, barbero de Siros, las Fucaritas, tres hermanas gemelas apostadas siempre tras los postigos para cotillear, o el viejo Sífacas, padre del capitán Mijalis, que ha rebasado la barrera de los cien años. Se podría decir que, en torno a un argumento central, El Capitán Mijalis está construida como un mosaico de pequeñas novelas, de vidas que se entretejen y hunden sus raíces en los recuerdos de infancia del autor, como confiesa el propio Casandsakis en una carta de 1949:
Estoy inmerso en El Capitán Mijalis. Intento dar vida al Iraclio de mi infancia. ¡Qué emoción, qué gozo, y, al mismo tiempo, qué responsabilidad! Porque miles de personas ya muertas acuden a mi recuerdo y reclaman un pequeño lugar al sol, dos o tres líneas, una palabra amable. Saben que no tienen otra posibilidad de resurrección. ¿Quién va a escribir sobre ellos? Incluso sus hijos y nietos los han olvidado.


Vistas antiguas de Megalo Castro (Iraklio)

El contexto histórico de la novela es la rebelión de 1889, uno de los últimos intentos de los griegos cretenses por liberarse de la dominación otomana e incorporarse al estado griego. El autor fue testigo de estos acontecimientos cuando apenas contaba seis años. Probablemente la intención primera de Casandsakis fue ensalzar los valores heroicos de la lucha por la independencia, la entrega a la causa de la libertad de unos hombres duros, de firmes convicciones, fuertemente vinculados a su tierra. Pero uno no puede dejar de leer la novela sin una sensación agridulce al comprobar cómo la convivencia relativamente apacible de las dos comunidades, griegos y turcos, que se mantuvo durante varios siglos, se va enrareciendo hasta desembocar en los sangrientos enfrentamientos de una violencia extrema descritos en la obra. En este sentido resulta revelador el estudio del profesor Bádenas de la Peña que precede a la novela, donde se describe el proceso de construcción del mito identitario de la nación griega en el marco de los ideales nacionalistas excluyentes que surgen en la Europa del siglo XIX. Acompañan a este ensayo una completa introducción a la vida y obra del autor, a cargo de la traductora, y un prólogo de Pátroclos Stavru, antiguo administrador de los derechos de Casandsakis, sobre la génesis de la novela.

Retrato de un guerrillero cretense, el Capitán Kórakas
 El Capitán Mijalis despertó desde su publicación en 1950 reacciones enfrentadas. Algunos lo saludaron como una encendida defensa de los valores patrióticos, mientras que otros acusaron al autor de antipatriota y ateo. Lo cierto es que la novela admite varias lecturas y Casandsakis deja abierta la puerta a diversas interpretaciones. Es el lector quien, tras el truncado grito final de Libertad o muerte, deberá sacar sus propias conclusiones.

Bandera antigua con el lema de la rebelión contra los turcos

domingo, 21 de junio de 2015

Tomelloso y el mundo micénico

Los micénicos o aqueos fueron un pueblo de origen indoeuropeo que llegó a Grecia en torno al año 2.000 a. C. y desarrolló una floreciente civilización entre los siglos XV y XII antes de nuestra era. La mayoría de las leyendas épicas de la mitología griega, transmitidas por poetas y dramaturgos, remontan en última instancia al glorioso pasado de los tiempos micénicos. El nombre de micénicos les viene por el principal yacimiento de esta civilización, la ciudadela fortificada de Micenas en el Peloponeso, excavada por el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann a finales del siglo XIX.

Micenas
Lo primero que llama la atención cuando uno se aproxima a Micenas son sus imponentes murallas, construidas con enormes bloques de piedra, que los antiguos creían que sólo los poderosos Cíclopes habrían sido capaces de mover. La monumental puerta de entrada es la imagen más conocida de la ciudad. Está coronada por un relieve triangular, en el que dos leones que han perdido sus cabezas se alzan a los lados de una columna minoica, símbolo probablemente del poder del soberano.

Puerta de los leones de Micenas
 Hace ya más de diez años que el destino me trajo a Tomelloso, un pueblo de la provincia de Ciudad Real. Y cuando digo destino no me refiero al fatum de los romanos ni a la ἀνάγκη o τύχη de los griegos, sino al destino asignado en el concurso de traslados de profesores de secundaria. Punto de parada obligado para el recién llegado es la plaza de España. Allí se encuentra el edificio más singular de la localidad, la Posada de los Portales, un antiguo albergue para viajeros y caballerías típicamente manchego.

Posada de los Portales
En otro de los lados de la plaza se levanta el Ayuntamiento y en su fachada hay un elemento que, en cuanto lo vi, me recordó a la lejana puerta de los leones de Micenas: el escudo de Tomelloso, símbolo del poder municipal, aparece aquí también flanqueado por dos leones, que conservan en este caso su melenuda cabeza.



Ayuntamiento de Tomelloso
 Volviendo a Micenas, cuando uno atraviesa la puerta de la muralla se encuentra a la derecha con un espacio circular delimitado por losas de piedra. Allí Schliemann excavó las tumbas de varios reyes que habían sido inhumados con un lujoso ajuar y con la cara cubierta por una máscara de oro. El arqueólogo alemán bautizó como máscara de Agamenón la que presentaba los rasgos más definidos.

Máscara de Agamenón
 Los micénicos tuvieron otro tipo de enterramiento más monumental que construían fuera de las murallas. Se trata de los tolos (θόλοι) o tumbas circulares, de los que se pueden encontrar numerosos ejemplos por toda Grecia. El más conocido es el tesoro de Atreo en Micenas.

Tesoro de Atreo
Al final de un pasillo (δρόμος) y tras una puerta monumental se entra en una cámara circular cubierta por hileras de piedras en saledizo, que conforman lo que en arquitectura se conoce como falsa cúpula.


Interior del Tesoro de Atreo
En la comarca de Tomelloso hay un tipo de construcción característica que recuerda, salvando las distancias, a los tolos micénicos. Son los llamados bombos, que no tenían un uso funerario, sino que se utilizaban como alojamiento temporal de pastores y labradores cuando debían pernoctar fuera de la localidad dedicados a las tareas agrícolas. Están construidos en piedra sin argamasa y en su interior, de planta circular o elíptica, albergaban espacio para guardar los aperos de labranza y alojar al agricultor junto con sus animales de tiro. En el Museo del Carro de Tomelloso se construyó a finales de los años 60 un bombo de grandes dimensiones, pero son muchos los que se pueden encontrar por toda la comarca, unos en ruinas y otros todavía en uso.

Bombo del Museo del Carro


Bombos en los alrededores de Tomelloso

Evidentemente los bombos son construcciones muy diferentes a los tolos micénicos, pero cuando entré por primera vez en el bombo del Museo del Carro y levanté la vista, de nuevo mi imaginación voló hasta la lejana Micenas, al interior del tesoro de Atreo. Y es que en los bombos se utiliza el mismo sistema de hileras de piedras en saledizo que empleaban los micénicos para conseguir el efecto de falsa cúpula.


Interior del bombo del Museo del Carro

Interior de un bombo en ruinas

Para los interesados en saber algo más sobre los micénicos termino esta entrada con una presentación que preparé hace ya algunos años para mis alumnos.

miércoles, 29 de abril de 2015

Repaso y juegos de vocabulario de la Unidad 9 de Ἀθήναζε (ΠΡΟΣ ΤΟ ΑΣΤΥ)

Después de mucho tiempo, y en respuesta a la sugerencia de un seguidor de ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ, me he animado a preparar una nueva presentación para repasar el vocabulario de la Unidad 9 de Ἀθήναζε (la 8 en la edición italiana). No sé por qué, al subirla a slideshare, ha cambiado el aspecto de los caracteres griegos que llevan signos diacríticos. En cualquier caso, si se descarga la presentación se pueden ver correctamente.


Al igual que hice con las unidades anteriores (2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8), he preparado además unos juegos en purposegames, aprovechando las imágenes utilizadas en la presentación:
Y de propina otros dos juegos, uno en purposegames y otro en educaplay, para relacionar el vocabulario griego de esta unidad con el vocabulario latino visto hasta el capítulo XII de LLPSI:
No quiero terminar esta entrada sin recomendar el trabajo de Jesús Torres, un profesor de Huelva que, siguiendo el modelo de estas presentaciones, ha llegado hasta la unidad 13 de Ἀθήναζε.

martes, 24 de marzo de 2015

Αἱ Ἀθῆναι καίονται, una canción de Aute en griego clásico.



No es la primera vez que pasa por ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ esta canción de Luis Eduardo Aute, que pertenece a su disco Intemperie de 2010. En esta ocasión aparece con un propósito didáctico. A partir de propuestas de utilización de la música moderna en la enseñanza del griego clásico, como las que plantea Mario Díaz en su blog, me he animado a hacer una traducción de la canción de Aute al griego antiguo. No siempre es fácil trasladar un texto de hoy al griego del siglo V a. C., así que agradezco de antemano cualquier corrección o sugerencia.



El objetivo es utilizar la canción en clase para practicar vocabulario y estructuras sintácticas conocidas por los alumnos. La mecánica de la actividad es muy sencilla. Después de oír primero la canción en español se les entrega el texto en griego, pero desordenado en pequeños recortes que contengan dos o tres versos cada uno. En sucesivas audiciones tendrán que ir ordenando los fragmentos hasta completar la secuencia completa. Los alumnos no conocen, ni mucho menos, todo el vocabulario contenido en la traducción, pero bastará con que reconozcan la equivalencia de alguna palabra en español para que sepan ubicar cada fragmento. Como ayuda se les puede proporcionar la letra original para que vayan colocando al lado el texto griego, aunque es preferible que, al menos en principio, lo intenten sin tener delante el texto español.
Las referencias mitológicas y culturales presentes en la canción de Aute permiten además trabajar elementos del legado griego y acercarse a la realidad de la Atenas moderna. En este sentido he incluido después del texto algunas imágenes alusivas. Termino ofreciendo un par de versiones en vídeo de la canción que se pueden encontrar en youtube, una de ellas con subtítulos en inglés.

domingo, 15 de marzo de 2015

La novia de Aquiles

Alki Zei (Atenas 1925) es una escritora griega de literatura infantil y juvenil, cuyas obras han sido traducidas a varios idiomas y han recibido prestigiosos premios internacionales. La novia de Aquiles (Η αρραβωνιαστικιά του Αχιλλέα, 1987) fue su primera novela destinada al público adulto. Podemos leerla ahora en español, traducida por Coralia Pose y Pedro Guil y publicada por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, editorial madrileña que cuenta en su catálogo con varios títulos de autores griegos (Elitis, Taktsís, Kavvadías, María Efstaciadi y una antología de relatos contemporáneos).


La protagonista de La novia de Aquiles es Dafni, a la que casi todos conocen como Eleni, desde que con apenas 16 años entró a formar parte de la resistencia contra la ocupación nazi. Cuando arranca la novela Eleni ha pasado ya de los 40 y se encuentra en París, ciudad a la que ha acudido huyendo de la dictadura de los coroneles. Junto con otros refugiados políticos griegos participa como figurante en una película, El tren del horror. En los intervalos del rodaje pasa revista a diversos episodios de su vida, en la que los trenes juegan un importante papel simbólico. En su primer viaje en tren desde Atenas a El Pireo había conocido a Aquiles, un carismático guerrillero griego que sería su primer amor y con el que se casa poco antes de que éste se eche al monte para combatir en la guerra civil griega. A partir de entonces sus caminos se separan. Eleni será retenida en los calabozos de Atenas y conocerá de primera mano la dureza de la represión contra los combatientes comunistas. Después de un tiempo en la clandestinidad consigue huir a Italia e inicia un largo periplo en el exilio que la lleva de Roma a París, y desde allí a Taskent, en el corazón de Asia Central, donde se reencuentra finalmente con Aquiles. Pasados unos años se establecen en Moscú hasta que Eleni consigue regresar a Grecia, aunque por poco tiempo, porque la dictadura de los coroneles la empuja de nuevo al exilio. Acompañan a Eleni en la novela algunos personajes con una fuerza especial, como su madre, la resuelta y cautivadora Lisa, Seryozha, un periodista ruso al que conoce en Atenas y que será un apoyo fundamental durante sus años en la Unión Soviética, Mijaíl Grigorevich, su maestro de ruso en Taskent, represaliado por el estalinismo, o Andreas, el pintor griego que lo dejó todo por el amor de una joven admiradora.

Enfrentamientos entre las tropas inglesas y miembros del EAM en diciembre de 1944

La historia de Eleni se inspira en la trayectoria vital de la propia autora. Cinco ciudades, Atenas, Roma, Taskent, Moscú y París conforman su personal mapa del exilio. Como su protagonista, Alki Zei fue militante comunista, pero se equivocaría quien piense que va a encontrar en la novela una visión idealizada o victimista de la lucha por los ideales del socialismo. El entusiasta y sincero compromiso inicial, la fe ciega en las directrices del partido van dejando paso con el transcurso de la historia a la crítica y al desencanto, a medida que Eleni descubre las atrocidades del estalinismo y comprueba cómo algunos de los camaradas más leales son apartados o traicionados por la dirección.

Refugiados políticos griegos en Taskent en 1950

El desarraigo, la amistad, el amor y la lucha por los ideales son los temas principales que recorren las páginas del libro. La novela de Alki Zei nos propone, en definitiva, un emotivo viaje a través de la historia de Grecia y Europa, desde la perspectiva de una mujer que busca su propia identidad en medio de los avatares del convulso siglo XX.

Alki Zei

martes, 24 de febrero de 2015

La colección ROMIOSYNE y un poema de Kikí Dimulá.


La semana pasada me llegó por correo La tumba, de Kostís Palamás, último número hasta la fecha de la colección Romiosyne de poesía griega contemporánea. Con este volumen son ya cuatro los publicados por la editorial sevillana Point de lunettes, bajo la dirección de Juan José Tejero, de cuyo libro Cuaderno de extravíos hablamos en otra ocasión en ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ.

Imagen tomada del blog A Shoggoth on the roof
Se abrió la colección con Epitafio y Dieciocho cantares de la patria amarga de Yannis Ritsos. Siguió con La pasión de la lluvia, una antología de poemas de Kikí Dimulá, y con Encima del subsuelo, el segundo poemario de Kostas Vrachnos. Ahora nos llega esta emotiva obra de Palamás, al que se puede considerar el patriarca de la poesía griega contemporánea y de quien también hemos comentado en ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ un relato en prosa, La muerte del Palikari.

Todos los libros de la colección Romiosyne son ediciones bilingües a cargo de escogidos traductores y con cuidada tipografía. El mimo y el entusiasmo con que se prepara cada uno de los volúmenes se puede seguir en las entradas del blog de la colección. Allí también se encuentran las instrucciones para colaborar como suscriptor con este proyecto que destila pasión por la poesía y amor por Grecia.


Para cerrar esta entrada tomamos prestado un breve poema de Kikí Dimulá, poetisa que también ha pasado por las entradas de ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ, con su traducción a cargo del grupo Πέμπτη στις πέντε (Jueves a las cinco).

ΑΤΙΤΛΟ

Βρέχει με απόλυτη ειλικρίνεια.
Άρα δεν είναι φήμη ο ουρανός
υπάρχει
και δεν είναι το χώμα λοιπόν
η μόνη λύση
όπως ισχυρίζεται ο κάθε τεμπέλης νεκρός.

SIN TÍTULO

Llueve con total sinceridad. 
Luego no es un rumor el cielo.
Existe. 
Y no es la tierra, pues, la única solución
como sostiene todo muerto perezoso.



miércoles, 18 de febrero de 2015

"Talgo" de Vassilis Alexakis

En los últimos tiempos son varias las editoriales españolas que han incorporado autores griegos a sus catálogos. Hoy traemos a ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ la novela Talgo (Τάλγκο) de Vassilis Alexakis, que inauguró hace ya más de un año la colección Literaria de la editorial barcelonesa Alrevés.


Vassilis Alexakis es un autor griego que reside en Francia desde finales de los años 60 y escribe habitualmente en francés, aunque tiene algunas novelas escritas en griego. Entre ellas Talgo, publicada en 1980, que cuenta la historia de la aventura amorosa protagonizada por Heleni, una bailarina que vive en Atenas, y Grigoris, un prometedor economista griego residente en París. Después de recibir una carta en la que Grigoris decide poner fin a su relación, Heleni empieza a ordenar por escrito sus sentimientos y a rememorar los tres meses transcurridos desde que se conocieron. La novela está escrita en primera persona, desde la perspectiva femenina, dirigida en tono de reproche al amante que, fríamente, mediante una carta, ha cerrado una página de su vida. Parte de la historia se desarrolla en Barcelona, ciudad a la que llega Heleni, después de un viaje en Talgo desde París, para pasar unos días con Grigoris. Como trasfondo de la novela los anhelos, victorias y fracasos de una generación marcada por el exilio y la dictadura de los Coroneles.

Vassilis Alexakis
La novela inspiró una película griega de 1984, Ξαφνικός έρωτας (Amor repentino), cuyo tráiler se puede ver en una entrada del blog PLACERES GRIEGOS. La banda sonora de la película incluía esta canción interpretada por Eleni Vitali.


Ξαφνικός έρωτας

 Έλα λίγο, 
μόνο για λίγο,
ζω και ξαναζώ,
κάθε μας στιγμή,
σε χώρο μυστικό,
καρδιά μου σ'ανταμώνω

Έλα λίγο, 
μόνο για λίγο,
μέσα μου σιωπή,
μίλα μου εσυ,
όλη μου η ζωή στα χέρια σου κλεισμένη

Amor repentino

Ven un momento, 
sólo un momento,
vivo y vuelvo a vivir, 
cada instante nuestro,
en un lugar secreto, 
corazón mío te encuentro.

Ven un momento, 
sólo un momento,
hay silencio dentro de mí,
háblame,
toda mi vida está encerrada en tus manos.

Cartel de la película

Más información sobre la novela y su autor en la entrada publicada en su día por el blog GRECIA EN LOS LIBROS.