DIDASKALOS

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viernes, 5 de julio de 2013

"Rescate", una novela inspirada en un episodio de la Ilíada.

David Malouf (1934) es un escritor australiano de ascendencia libanesa que ha publicado una extensa y variada obra, principalmente poesía y narrativa. Su última novela, Rescate, ha sido editada en español por Libros del Asteroide, con traducción de Vanesa Casanova.


Rescate recrea un episodio de la Ilíada de Homero, probablemente una de las escenas más conmovedoras de la historia de la literatura. En el canto que cierra el poema, Príamo, el rey de Troya, despojándose de sus atributos reales y arriesgando su vida, acude de noche al campamento griego para suplicar a Aquiles, el asesino de su hijo, que le devuelva el cadáver de Héctor. Malouf reelabora esta historia insistiendo en sus aspectos más humanos e introduciendo algún elemento nuevo, pero siendo básicamente fiel al relato de Homero. 

Joseph Wencker. Príamo a los pies de Aquiles (1876)

Aquiles no puede aplacar el dolor que le ha provocado la pérdida de Patroclo. Todos los días arrastra el cadáver de Héctor enganchado a su carro, pero esta cruel venganza no le sirve de consuelo. En Troya Príamo también se consume por el dolor, privado de su hijo y viendo cómo su cuerpo es vejado por el enemigo, sin poder darle las honras fúnebres que se merece. Mientras yace insomne en su diván, Príamo tiene una visión inducida por la diosa Iris. Se ve a sí mismo sentado en el pescante de un modesto carro, vestido con una sencilla túnica y despojado de su dignidad real dirigiéndose hacia el campamento griego para ofrecer un rescate a cambio del cuerpo de Héctor. El rey, a pesar de las reticencias de sus hijos y su mujer, Hécuba, decide poner en práctica su plan. Manda buscar en el mercado un carro tirado por mulas y un conductor que le lleve hasta las tiendas de Aquiles. 
El carretero Somax es un personaje clave de la novela, una invención de Malouf que no aparece en los versos de la Ilíada. En su compañía Príamo emprende un viaje que va más allá de la distancia que separa Troya de las tiendas aqueas. El rey ha vivido hasta entonces representando un papel, convertido en un símbolo. Su pose, sus gestos, sus palabras han estado meticulosamente estudiados para transmitir una determinada imagen a sus súbditos. Pero ahora, sentado en el carro, escuchando las historias del locuaz Somax, Príamo descubre un mundo nuevo y experiencias desconocidas hasta entonces para él. En una parada a mitad de camino se sorprende a sí mismo refrescando sus pies en las cristalinas aguas del Escamandro y compartiendo unas deliciosas tortitas de trigo con el carretero. Pequeños gestos como estos le permiten a Príamo descubrir su dimensión más humana.
Finalmente, gracias a la ayuda del dios Hermes, rey y carretero llegan sin contratiempos al campamento aqueo, hasta la tienda de Aquiles. Allí se produce la célebre escena del encuentro de los dos enemigos: el anciano rey y el joven guerrero. Por un momento triunfan la compasión y la humanidad en medio de la sinrazón de la guerra. Estas son algunas de las conmovedoras palabras que dirige Príamo a su interlocutor:
Aquiles. Sabes, igual que yo, lo que los hombres somos. Somos mortales, no dioses. Morimos. La muerte es algo natural en nosotros. Sin ese peaje que pagamos por adelantado, no nos abrimos al mundo. Tal es el difícil trato que la vida nos plantea a todos, a todos y cada uno de nosotros y la condición que todos compartimos. Y es por esta razón y no por ninguna otra por la que deberíamos compadecernos de las pérdidas ajenas, porque las desgracias nos alcanzarán a todos, antes o después, en un mundo al que llegamos solamente en términos mortales. Piensa, Aquiles. Piensa en tu hijo Neoptólemo. ¿Acaso no harías por él lo que yo he venido a hacer aquí por Héctor? ¿Acaso tu padre, Peleo, no haría lo mismo por ti? Se despojaría de todos los ornamentos del poder y, sin preocuparse por el orgullo o la distinción, haría lo más humano: presentarse, como yo he hecho, un hombre sencillo, viejo y canoso, para suplicar al hombre que ha matado a su hijo, con la poca dignidad que le queda, que recuerde su propia muerte y la muerte de su padre y actúe como honorablemente se actúa entre nosotros aceptando el rescate que traigo y me devuelva a mi hijo.
 Rescate es una novela magníficamente escrita, que vuelve sobre una historia conocida para presentarla desde una perspectiva nueva. Es mérito de Malouf conseguir que el lector se mantenga hechizado por sus palabras, igual que el niño que escucha, con la fascinación del primer día, un cuento que se sabe de memoria. El propio autor, en el epílogo con el que cierra la novela, nos revela alguna de sus intenciones al escribirla:
Rescate se introduce de nuevo en el mundo de la Ilíada para volver a narrar la historia de Aquiles, Patroclo y Héctor y, en una versión muy distinta a la original, el viaje de Príamo hasta el campamento griego, pero su interés principal radica en la propia narrativa: por qué se cuentan historias y por qué necesitamos escucharlas, cómo las historias se transforman al contarlas. Buena parte de lo que el libro tiene que contar son esas "historias no contadas" que encontramos únicamente en los márgenes de escritores anteriores.
David Malouf