DIDASKALOS

DIDASKALOS

sábado, 30 de junio de 2012

GRΣΣK STRΣΣT, la tragedia griega en el Soho de Londres.

Acabo de leer Greek Street, un cómic para adultos que traslada al Londres moderno algunos personajes e historias de la tragedia griega. El autor del guión es Peter Milligan y los dibujos corren a cargo de Davide Gianfelice. El libro está editado en español por Planeta DeAgostini.

La acción de Greek Street se desarrolla principalmente en el mundo de los bajos fondos de Londres, pero también en mansiones aristocráticas o en el lejano Afganistán. Por estos escenarios deambulan personajes que nos recuerdan no sólo en el nombre a los protagonistas de las antiguas tragedias. Eddie es un nuevo Edipo que mata por accidente a su madre después de acostarse con ella. El Agamenón de la historia, lord Menon, es un aristócrata especialista en literatura griega que vive en una lujosa mansión llamada Ilium. Para protegerse contratará los servicios de un tal Killes, antiguo miembro de las fuerzas especiales del ejército británico, que es un trasunto del Aquiles homérico. Sandy, la hija de lord Menon, es una adolescente que tiene visiones del futuro como su predecesora Casandra. Mischa, bailarina en un club de strip-tease, se convertirá en una despiadada Medea zombi después de ser asesinada. En este sórdido mundo de los clubs del Soho imponen su ley los Furey, un clan mafioso que asume el papel de las vengativas Furias. Alex, un veterano de la guerra de Afganistán, vive atormentado y en medio de visiones, como el Áyax de Sófocles, porque no se reconocen con una medalla sus méritos en el campo de batalla. El joven detective Dédalo intentará poner algo de luz en el oscuro laberinto de crímenes que se suceden a lo largo de la historia. Como se puede ver los personajes modernos se identifican fácilmente con sus precedentes clásicos, pero las relaciones entre ellos son nuevas. Agamenón no tenía nada que ver con Medea o con Edipo. Sin embargo, en Greek Street las historias de lord Menon, Eddie y Mischa están íntimamente ligadas.
Pero las referencias clásicas del cómic no se limitan a los personajes, sino también a elementos formales. Así, no falta en Greek Street la intervención del coro entre episodio y episodio para comentar lo sucedido o anticipar lo por venir, aunque en este caso los coreutas no son ancianos, sino exuberantes stripers. El final de la historia también recurre a un elemento característico de muchas tragedias de Eurípides: el deus ex machina que interviene para resolver la situación extema a la que se han enfrentado los personajes.
Reproducimos a continuación a modo de ejemplo algunas páginas del cómic y recomendamos una reseña sobre esta obra que apareció hace ya algún tiempo en HELLENIKÁ, RECURSOS DE GRIEGO ANTIGUO.

martes, 19 de junio de 2012

Pedro Olalla en Radio Nacional de España y en El País.

Pedro Olalla fue ayer el invitado principal de El ojo crítico, el programa cultural de Radio Nacional de España. En la entrevista habló de su último libro, Historia menor de Grecia, y de la situación actual del país y su patrimonio artístico. También hay en el programa una referencia a Manolis Kalomiris, el músico griego de cuya muerte se cumplen ahora 50 años.

o.swf">
El libro de Pedro Olalla está teniendo una importante acogida en los medios de comunicación. Antonio Muñoz Molina lo comenta en su artículo del pasado sábado en el diario El País: Arqueología del ahora mismo.

  

domingo, 17 de junio de 2012

"Los algodoneros" de Yorgos Filipu Pierides

Los algodoneros (Οι βαμβακάδες) es una preciosa novela ambientada en el Egipto de los años 40. Su autor, Yorgos Filipu Pierides, nació en Chipre en 1904, pero emigró con sus padres a Egipto cuando era niño. Allí viviría hasta 1946, año en el regresó definitivamente a Chipre, donde murió en 1999. El libro está publicado por Miguel Gómez Ediciones, una editorial especialmente comprometida con la literatura neohelénica. En su catálogo hay colecciones como Café Aérides o Trinacria, donde predominan los títulos de autores en lengua griega. De Yorgos Filipu Pierides la editorial malagueña ha publicado dos novelas, Los algodoneros de 1945 y Relatos de Oriente Medio de 1949. Ambas han sido traducidas por Eva Latorre Broto.

Entre los muchos méritos de Los algodoneros está el de mostrar la cara menos conocida de la presencia griega en Egipto. La novela no está ambientada en los grandes núcleos urbanos de El Cairo o Alejandría, sino en un remoto pueblo del Alto Egipto, donde hay una fábrica de algodón y una pequeña colonia de unos veinte griegos. Pierides recrea magistralmente las duras condiciones de vida de los obreros del algodón y sus relaciones con los notables locales y la minoría griega.
Los algodoneros es una novela coral, un mosaico de historias menores que se entrecruzan para formar la imagen de un mundo que Pierides conocía muy bien, ya que él mismo había trabajado para una empresa algodonera en el Alto Egipto. Por sus páginas desfilan personajes de todo tipo: Safiya, la hermosa muchacha egipcia que se resiste a las insinuaciones de los griegos; la señora Nasidis, anciana y respetable viuda del fundador de la fábrica; Nur, un díscolo obrero negro con una turbia historia a sus espaldas; el señor Tasópulos, inflexible y orgulloso director de la fábrica; Diseas, un griego que regenta una taberna y se siente más cercano a los árabes que a sus propios compatriotas; o Nicos Lecás, que llegó aquí desde Atenas para hacerse cargo del próspero negocio de su padre. 
La vida de la pequeña comunidad griega transcurre tranquila, sin sobresaltos, al ritmo de las estaciones, como el lento fluir del majestuoso Nilo. Pero incluso hasta este alejado rincón llegarán los ecos de la gran convulsión que sacude Europa. Petros Bucas, un oficial del ejército griego que ha luchado en el frente de Albania y después de la ocupación nazi de Grecia se encuentra en Egipto, acude a visitar a su viejo amigo Nicos Lecás. En su boca pone Pierides unas palabras que mutatis mutandis se podrían aplicar a la situación actual de Grecia.
Es algo muy difícil, amigos míos. Pero ya no hay lugar para divertimentos... ni acuerdos... ni para cualquier acomodo que te permita conformarte con tu tranquilidad personal... ¿Cómo vas a quedarte en las nubes en medio de este enfrentamiento entre los dos mundos?... Uno de los dos tiene que sobrevivir: nosotros, que creemos en el hombre, o ellos, que para salvarse están decididos ya a estas alturas a continuar hasta el final con sus propósitos inhumanos. Porque saben que para salvarse tienen que hacernos pedazos. Pero lo único que no entienden es que es imposible hacernos pedazos, ni siquiera bloquearnos el camino, porque somos un río crecido y los arrastraremos... Si vivierais de cerca la tragedia de nuestra Grecia sentiríais esto como lo siento yo.

jueves, 7 de junio de 2012

"Crisótemis" de Yannis Ritsos

Acabo de leer Crisótemis, el último de los soliloquios dramáticos de Yannis Ritsos (1909-1990) editado por Acantilado. Después de Fedra, Sonata del claro de luna, Áyax y La casa muerta, Crisótemis es la quinta entrega de estos monólogos. Todos ellos están publicados en edición bilingüe con cuidada traducción de Selma Ancira. En ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΣ hace ya un tiempo que hicimos referencia a una entrevista donde la traductora comentaba su trabajo sobre la obra de Ritsos.
Estos sugerentes y evocadores monólogos del poeta de Monemvasía recrean y actualizan algunas figuras de la mitología griega. En esta ocasión una joven periodista se dirige a una casa señorial casi en ruinas en lo alto de un cerro para hacer una entrevista a la anciana señora que allí vive. El antiguo y mítico cerro con unas puertas que ya nadie vigila no es otro lugar sino Micenas y la anciana Señora es Crisótemis, la hija menor de Agamenón y Clitemestra, hermana de Orestes, Ifigenia y Electra. Ritsos ha escogido para esta obra a un personaje secundario de la tragedia griega, que aparece tan sólo en la Electra de Sófocles, donde opone su prudencia y conformismo a los deseos de venganza de su hermana mayor. La primera mención del personaje se encuentra en la Ilíada (IX, 145), cuando Agamenón recuerda a los hijos que ha dejado en Grecia. 
A lo largo de su monólogo la Crisótemis de Ritsos va recordando su vida y las desgracias de la familia: el sacrificio de Ifigenia, la muerte de Agamenón, el asesinato de Clitemestra a manos de Orestes, la locura final de Electra... Crisótemis siempre estuvo allí, en un discreto segundo plano, empequeñecida por el fuerte carácter de su madre y la personalidad de su hermana mayor, como mudo testigo de los acontecimientos, refugiándose en su mundo interior y adaptándose a las circunstancias. Esa adaptabilidad y discreción le permiten sobrevivir al resto de los miembros de la familia y ver cómo se transforma el mundo a su alrededor. Ritsos no busca una recreación arqueológica o filológica de las antiguas figuras de la tragedia, sino que las sitúa en un marco contemporáneo y reconocible, que contribuye a destacar la vigencia intemporal de estas historias.
Como muestra del tono y el estilo de la obra reproducimos el inicio del monólogo de la anciana Crisótemis:

Πώς έγινε και με θυμήθηκαν; Εμένα κανένας ποτέ δε με θυμάται. Κανένας
ποτέ δε με πρόσεξε. Παράπονο δεν έχω. Καλά μου είταν όλα, κ' ίσως καλύτερα έτσι. Ξέρετε, στο πέρασμα του χρόνου,
τα πάντα, όσο πικρά η και τρομερά, μας φαίνονται σαν απαραίτητα,
σαν χρήσιμα και όμορφα μάλιστα. Και τούτο το τραχύ βουνό από πάνω μου
είταν μια συντροφιά -μια προστασία σχεδόν,- ντυνόμουν τον ίσκιο του.
Λοιπόν, μεσ από την αφάνειά μου, χαιρόμουν να βλέπω και ν' ακούω. Μπορούσα
να ονειρεύομαι ελεύθερα. Είταν όμορφα, αλήθεια -σαν νάζησα
έξω απ' την ιστορία, σ'εναν δικό μου ανέγγιχτο, απόλυτο χώρο,
προφυλαγμένη και παρούσα ωστόσο.

¿Qué ocurrió para que se acordaran de mí? De mí no se acuerda nadie. Nunca
nadie me ha prestado atención. No tengo queja. A todo me avenía, y quizás fuese mejor así. ¿Sabe?, con el paso del tiempo,
todo, por amargo o terrible que sea, nos da la impresión de ser necesario,
útil o incluso bello. Hasta este tosco cerro que tenía yo encima
era una compañía -casi un amparo-, me vestía con su sombra.
Y así, desde mi insignificancia, estaba encantada de ver y oír. Podía
soñar en libertad. Era hermoso, de verdad, era como vivir
al margen de la historia, en un espacio mío, intacto e incondicional,
protegida y, sin embargo, presente.